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Aguas de Diseño: Osmosis Inversa

Actualmente en una sociedad industrializada y globalizada, muchos son los artículos de diseño que se fabrican a lo largo de la geografía de nuestro gran y distinto planeta.

Indistintamente estemos en un hemisferio u otro, o en una latitud u otra, muchos son los procesos industriales que se repiten de forma incesante en largas cadenas de fabricación y montaje bien sea de chips electrónicos, baterías para coches, producción de alimentos, fabricación de detergentes, productos de limpieza, pinturas, productos farmacéuticos, y un larguísimo etcétera, que convergen en un elemento común en todos ellos y prácticamente imprescindible en todos los procesos: el agua.

Evidentemente un mundo globalizado, y cada día más marcados por los elevados estándares de control de calidad no puede permitir que la globalización limite la movilidad de sus plantas industriales y un elemento tan cambiante de un lado a otro del planeta como es el agua, nos limite o matice los procesos industriales según las características propias de las distintas aguas según la geografía terrestre.

Aparece entonces la necesidad de encontrar agua de similares características a lo largo del planeta y aparece entonces la necesidad de producir agua de idéntica composición en cada uno de estos procesos para no alterar y estandarizar de mejor modo las distintas cadenas de producción industrial.

Pero ¿se puede diseñar el agua a nuestro antojo? Por supuesto, la tecnología actual de tratamiento de aguas permite producir agua con las características y necesidades concretas que cada proceso de fabricación industrial requiera.

La solución la tenemos en la ósmosis inversa.

La ósmosis inversa es un proceso de separación por membranas en el cual ejerciendo una presión suficiente podremos separar un fluido con una salinidad concreta en dos disoluciones una concentrada y otra no.

Es una técnica de separación que permite concentrar sales por su tamaño molecular, capaces o no de atravesar una membrana. La membrana retiene prácticamente todas las moléculas más pequeñas de partículas y sales, incluidas las sales monovalentes, mientras que las moléculas de agua pueden pasar libremente a través de la membrana. Hablamos de tamaños de 0,001micrón.

Luego tenemos el proceso mediante el cual podremos en cualquier lugar del mundo poder conseguir un permeado de agua a muy baja salinidad, un agua pura, que manipularemos a nuestro antojo para darle las cualidades y composición química concreta que nuestro proceso industrial requiera.

Es así como las actuales empresas de tratamiento de aguas, como es Grupo Beta, se convierten en empresas de producción de aguas de diseño. Aguas con distintas características físico-químicas que pueden ser replicadas en cualquier localización para así replicar unas condiciones de producción y fabricación que mantengan unos estrictos estándares de calidad en su proceso productivo. Y que acaban de dejar de depender de las características de las aguas locales desde donde queremos desarrollar nuestro proceso industrial.

Por tanto, podemos fabricar alimentos cocinados donde no se altere el sabor o características propias del alimento dependiendo del agua de cocción. Podemos producir bebidas, jarabes y mostos, in situ con exactamente el mismo sabor a lo largo del planeta. Podemos tener aguas con pureza elevada propias de la industria farmacéutica, la fabricación de placas electrónicas o para baterías eléctricas, tan demandadas actualmente. Y todo ello gracias a la ósmosis inversa y posterior remineralización de la línea de permeado.

Y ¿es todo este proceso rentable tanto energéticamente como económicamente hablando?

Lo es, los grandes avances científicos en la fabricación de membranas de ósmosis inversa están consiguiendo producir flujos de agua permeada cada vez a presiones menores y por tanto requerir menor empleo de energía para vencer la presión osmótica sobre la que trabajar.

También esta tecnología separa un flujo de agua en dos líneas el permeado de baja salinidad y el concentrado, donde tendremos el 99% de las sales que había en el agua de origen. Este concentrado en muchos casos puede ser un hándicap a la hora de trabajar, por su alta salinidad o por sus limitados usos. Pero hay que ver que al final del proceso productivo el balance salino se acabará regularizando en la mayoría de los casos al volver a mezclarse el permeado con el rechazo tras su uso en nuestro proceso de fabricación.

Además, las relaciones entre agua producida y agua rechazada cada vez tienen tasas de conversión más altas y favorables a la industria muy lejanas ya de los procesos que hace años desechaban mayores porcentajes de agua en el rechazo que en el permeado.

Abriremos así una serie de artículos a partir de este centrados en los distintos usos de la tecnología de membranas y el tratamiento de aguas. Explicando los procesos a un nivel técnico más elevado que en este artículo de opinión. Empezaremos por una introducción a la ósmosis inversa y sus parámetros básicos de control. Pero nos centraremos en el diseño de aguas de bebida, diseño de aguas en la industria alimentaria, diseño de aguas en la industria farmacéutica y por último el diseño de aguas en la fabricación de nanotecnología. Sistemas de tratamiento todos ellos punteros en los que Grupo Beta participa y desarrolla desde hace ya 25 años.